Es mucho lo que se escribe y habla sobre el mindfulness pero, ¿queda realmente claro el verdadero valor y significado de la atención plena?
Mindfulness… ¿Una moda pasajera?
Mindfulness es un término que indudablemente está de moda y del que oímos hablar frecuentemente en numerosos foros.
Las empresas se están sumando paulatinamente a esta corriente y cada vez son más las que lo demandan.
Hace pocos años, cuando lo mencionaba en algún cliente me miraban como si fuera “un marciano” y ahora, afortunadamente, cada vez la demanda es mayor, incluso entre aquellas empresas que me miraban con suspicacia.
Pero… ¿Qué ha pasado?… Sinceramente, ¿Sabemos qué significa? ¿Es realmente efectivo o simplemente se trata de una moda pasajera?
¿Qué significa el término Mindfulness?
Si lo traducimos literalmente al castellano, podemos hablar de “Consciencia Plena”, pero creo que seguiríamos sin entenderlo.
También podemos acudir a definiciones de autores de referencia al otro lado del Atlántico pero me siguen sonando igual de rebuscadas y, en algunas ocasiones, no del todo bien traducidas.
Personalmente, me gusta definirlo como un estado voluntario de la atención, por medio del cual observamos la experiencia que acontece en el momento presente, con una actitud serena y neutral.
Reconozco que puede seguir resultando algo difícil de entender, por lo que paso a analizar algunos conceptos clave que incluye esta definición:
Momento presente
No tiene ningún tipo de significado hedónico o relacionado con la búsqueda compulsiva de la felicidad.
“Momento presente” tiene que ver con lo que acontece aquí y ahora, tanto fuera de mí (las circunstancias que me rodean y los estímulos que me llegan) como dentro de mí (mis sensaciones corporales, mis emociones y mis pensamientos).
Todo ello con independencia de que su naturaleza sea positiva, negativa o neutra.
Actitud serena y neutral
A la hora de observar el momento presente es importante hacerlo desde una posición serena.
Sin dejar que mis propios impulsos secuestren mi atención y enturbien mi foco o provoquen reacciones automáticas en las que no media mi consciencia o mi voluntad y neutral, sin evaluar o juzgar, ni a mí mismo como observador, ni a lo que acontece en mi experiencia externa o interna.
Simplemente observando.
Desde esta posición de observador sereno y neutral, seremos capaces de entender de una mejor manera las relaciones, causas y efectos de los diferentes eventos que acontecen en nuestra vida cotidiana y tomar decisiones más efectivas a la hora de relacionarnos con ellos.
En definitiva, Mindfulness consiste en estar más atentos a nuestra propia experiencia.
Vivir un poco más despiertos, sin dejarnos llevar por esos automatismos que nos secuestran de forma inconsciente la atención, por medio de viejos modos de pensar, de sentir o de comportarnos.
De esta manera, evitamos vivir adormecidos o en modo automático y nos hacemos cargo de la dirección de nuestra propia vida.
En realidad, no es un concepto nuevo.
En las tradiciones orientales ya se hablaba hace mucho tiempo de esta “Claridad mental” y de la “Consciencia de nuestros pensamientos, acciones y motivaciones”.
Lo que diferencia toda esta corriente actual es la contextualización de estas ideas en nuestra cultura occidental por medio del paradigma científico, para estudiar los beneficios que aporta.
¿Cuáles son esos beneficios que aporta el Mindfulness?
La literatura científica al respecto está creciendo exponencialmente.
Más allá de los beneficios terapéuticos que se están hallando en el tratamiento de determinadas enfermedades, me voy a centrar en comentar aquellos que son comunes a cualquier persona en su vida cotidiana y profesional:
Neuroplasticidad
Entendemos por Neuroplasticidad a la capacidad de nuestro cerebro de crear nuevas conexiones neuronales a partir de nuestra experiencia y aprendizaje.
Sabemos que el cerebro cambia físicamente y se “recablea” a lo largo de toda la vida en respuesta a la información que va procesando.
Las investigaciones del Center for Healthy Minds (University of Wisconsin-Madison, s.f.) fundado por Richard Davidson sugieren que por medio del entrenamiento mental podemos activar intencionalmente circuitos neuronales asociados al bienestar (felicidad, resiliencia, compasión y equilibrio emocional).
Una de las formas de entrenamiento que nos permite generar este tipo de activación, es la práctica habitual de Mindfulness.
Por medio de las técnicas utilizadas en la práctica formal de Mindfulness, podemos crear en nuestro cerebro, estados temporales de activación cada vez que las practiquemos.
Si además, lo hacemos con regularidad, estos estados pueden estabilizarse a largo plazo y consolidarse, convirtiéndose de esta manera en parte de nuestra forma de ser.
En este sentido, también contamos con evidencias científicas (Hölzel, y otros, 2011) que sugieren que, tras un programa de entrenamiento de 8 semanas, aumenta la concentración de materia gris en regiones del cerebro que están asociadas a funciones como la memoria, el aprendizaje y la regulación emocional, entre otras.
Gracias a la Neuroplasticidad, Mindfulnes nos brinda la oportunidad de esculpir intencionalmente nuestro cerebro y adquirir así nuevas habilidades mentales relacionadas con nuestro bienestar y eficacia personal.
Foco
La función de nuestra mente es pensar para entender mejor el mundo, tomar mejores decisiones y garantizar así nuestra supervivencia.
Es por esto, que la mente deambula constantemente de forma inconsciente, visitando experiencias pasadas y anticipando situaciones futuras, con el fin de extraer nuevos aprendizajes y evitar potenciales amenazas.
Esta modalidad de la mente, a la que llamamos mente errante, tiene un fin completamente adaptativo, pero también puede jugarnos malas pasadas.
Psicólogos de la Universidad de Harvard (Gilbert, Matthew A. Killingsworth and Daniel T., 2010), afirman que podemos llegar a pasar casi la mitad del tiempo que estamos despiertos instalados en esta modalidad de la mente y que, en esos momentos, es cuando más infelices nos sentimos.
Mindfulness nos permite estar atentos a este torrente alborotado de información que brota en nuestra mente errante y, de esta manera, hacerlo consciente.
Al desenmascararlo, nos permitimos la posibilidad de detectar cuándo este contenido nos está atormentando o limitando en nuestra vida cotidiana y, si así lo queremos, mover nuestra atención hacia otro lugar más productivo.
La habilidad de detectar si nuestra mente errante nos está jugando una mala pasada, y poder elegir dónde depositamos nuestra atención en cada momento, es la base sobre la que podemos construir nuestra felicidad y bienestar.
Una mente saludable no es aquella que evita pensar, sino la que es capaz de modificar sus pensamientos para cubrir sus necesidades o alcanzar sus objetivos.
Inteligencia Emocional
La piedra angular de la inteligencia emocional es la auto-consciencia, y específicamente la capacidad de reconocer los sentimientos propios en el mismo momento en que aparecen.
Es precisamente esto, en lo que consiste la esencia de la práctica de Mindfulness, en prestar mayor atención a nuestra propia experiencia, incluidas las emociones.
Así, cuando focalizamos la atención en los contenidos emocionales, se facilita enormemente la comprensión y regulación de nuestras emociones, favoreciendo el desarrollo de las competencias en las que se despliega la Inteligencia Emocional: Auto-Consciencia, Auto-Control, Motivación, Empatía y Habilidades Sociales.
Control de Impulsos y Regulación del Estrés
El estrés es un desequilibrio físico y psicológico ante una situación de amenaza, que tiene como función poner energía a nuestra disposición para luchar o huir de esta situación.
El estrés no es bueno o malo, es un mecanismo de supervivencia que nos ha permitido llegar hasta el día de hoy como especie pero, actualmente, podemos considerarlo prácticamente una epidemia por sus efectos nocivos.
Esto es debido a que ante las amenazas actuales, emitimos la misma respuesta psicofisiológica que emitían nuestros ancestros para preparar el cuerpo y la mente para combatir las amenazas físicas con las que convivían.
Las amenazas actuales en rara ocasión ponen en riesgo real nuestra vida pero, reaccionamos corporal, mental y emocionalmente como si lo hicieran y erramos priorizando impulsos y comportamientos inmediatos que en muchas ocasiones empeoran las cosas.
Además, en todo este proceso reaccionamos sin darnos cuenta de ello y sin plantearnos si es realmente lo que necesitamos hacer.
Mindfulness nos permite identificar los síntomas de estrés en el momento en el que aparecen y darnos cuenta de nuestras reacciones automáticas e inconscientes que se disparan en nosotros ante su aparición.
Cuando tomamos consciencia de esto, podemos elegir cambiar la respuesta que emitimos, optando por otros comportamientos que resulten más adaptativos y nos permitan recuperar el equilibrio que hemos perdido ante la amenaza.
¿Entonces…qué podemos concluir de todo esto?
En mi opinión, nos encontramos ante una verdadera necesidad.
La constante sobre-estimulación a la que estamos sometidos en las sociedades modernas, obliga a nuestro cerebro y a nuestra mente a trabajar a un ritmo frenético.
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Esto puede provocar multitud de problemas en nuestra vida cotidiana y en nuestra salud.
Si no nos ocupamos nosotros de poner remedio a esta situación, no lo va a hacer nadie.
Mindfulness no es una pseudociencia que nos prometa la felicidad eterna a un precio de saldo.
Es una habilidad que puede entrenarse y mejorarse, y la literatura científica avala esta idea cada vez con más fuerza.
Eso sí, esto no es una varita mágica.
Como todo entrenamiento requiere de una actitud adecuada y de esfuerzo.
Además, ahora nos encontramos ante una excelente oportunidad.
La nueva frontera que supone la integración del conocimiento procedente de la Neurociencia y las Nuevas Interfaces Tecnológicas, nos permiten nuevas formas para “Hackear” nuestro cerebro y activar nuevos circuitos que favorezcan nuestro equilibrio y bienestar.
En este sentido, la realidad virtual y los wearables expanden las posibilidades para el entrenamiento mental, la educación e incluso la terapia.
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Pese a que pueda haber algo de moda en torno al tema de la atención plena, con los peligros que esto conlleva en términos de perversión del concepto e intrusismo profesional, Mindfulness supone una verdadera oportunidad, no sólo para las personas que lo practican, sino también para las empresas y la sociedad en general.
En el siguiente video puedes ver la ponencia que desarrollé en el evento Thinking Party 2016 del Espacio Fundación Telefónica.
En este evento se profundizó en cómo el conocimiento que estamos adquiriendo acerca del cerebro está cambiando otras áreas de nuestra vida cotidiana.
En la ponencia puedes profundizar en el concepto y experimentar una práctica de Mindfulness en primera persona.
Thinking Party 2016 – Espacio Fundación telefónica
Bibliografía utilizada
Gilbert, Matthew A. Killingsworth and Daniel T. (2010). A wandering mind is an unhappy mind. Sciene, 330, 932.
Hölzel, B. K., Carmody, J., Vangel, M., Congleton, C., Yerramsetti, S. M., Gard, T., & Lazar, S. W. (2011). Mindfulness practice leads to increases in regional brain gray matter density. Psychiatry Res, 191(1): 36–43.
University of Wisconsin-Madison. (n.d.). Center for Healthy Minds. Retrieved Julio 15, 2016, from http://centerhealthyminds.org/
Foto ( Atención plena): Shutterstock